miércoles, 23 de noviembre de 2011

ANDARIEGA INCANSABLE

Como voz de un arpa  o de campana herida
 llegaron de la infancia los recuerdos.
Años y años esperando inquieta
la bella caravana de los sueños.

Un día viaje con los gitanos,
conocí la ciencia de las manos.
El secreto de cobres y de estaños,
y la fogosidad de los caminos.

Llene de fantasías mis espacios,
 tuve trenzas largas, mirada  misteriosa
y un collar de jade que me vestía toda,
cuando las castañuelas, abrazaban mis dedos
y danzaba embriagada entre siete colores.

Amé entonces a un gitano bello, locuaz y pendenciero,
idilio que duro lo  que dura un suspiro…

Más tarde amé los circos,  su música y sus luces,
los peligros del aire en trapecio de espuma,
 lentejuelas de oro y rasos del oriente
me colmaron de dicha, me llenaron de gozo.

Y amé, a un negro domador de fieras
jugador y vicioso, peligroso y fatal,
a quien no debí  amar.

Los colores colmaron mis ardientes anhelos,
fui maniquí volando, fui saeta entre cables
y un día cualquier día, fui juguete del viento
y como mariposa abandone el jardín.

Ahora estoy muy sola, cansada y sin alientos,
castañuelas y danzas enfebrecen la vida.
Los rasos del oriente, las lentejuelas oro
ensombrecen los días y fustigan las horas.
                                                                                                            
Vida de caminante, vida de los  gitanos.
Andariega incansable, danzarina embriagada
de los grandes aplausos, del delirio en el aire
y aquel collar de jade.

Vida que me llenaste de gozos y  alegrías,
ya todo me lo diste, ya no me espera   nada.











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